He sufrido abuso sexual cuando era niño, lo que me llevó a la vergüenza, el aislamiento, la depresión, sin conocer los límites o cómo hablar por mí mismo. Me encontré en un ciclo de complacer a las personas, codependencia, sin saber decir "no" a los demás y sin conocer mi valor personal. Me encontré en situaciones pecaminosas, que mi corazón realmente no deseaba, lo que aumentó mi vergüenza y mi autoestima. Continué viviendo una vida deprimida, sin embargo, buscando el amor que mi corazón deseaba, fui de hombre en hombre, solo para quebrarme más el corazón. Como estuve casada durante más de 20 años, él albergaba ira y amargura en su corazón y en sus palabras. Mientras tanto, hice todo lo posible para mejorar las cosas dentro de mi familia y me aislé del dolor. Me encontré, varias veces dejándolo por otro hombre, solo para seguir con el corazón roto, ya que dejé mi matrimonio. ¡Finalmente me entregué a Dios! ¡Estaba cansado de este círculo vicioso! Sintiéndome como si estuviera al final de mi cuerda. Finalmente decidí que realmente necesitaba ayuda y orientación para recuperarme.

    El Espíritu Santo me guíe a la Dra. Regina Baldwin. A través de su cuidado amoroso, discipulado, entrenamiento y sesiones de sanación interior con el Espíritu Santo. He podido recibir la libertad de las maldiciones generacionales, el trauma infantil y mis acciones pecaminosas. Reconociendo que mi pecado y el de otros a mi alrededor me han estado reteniendo de la grandeza que Dios ha ordenado para mi vida. El deseo de mi corazón es servir al Señor, y al permitir la guía y la sanación que solo el Padre puede proporcionar a través del Espíritu Santo. ¡Regina ha sido una gran fuerza para ayudarme a lograr esa libertad! Estoy muy agradecida por todo el conocimiento y la orientación de Regina, que aporta en cada sesión.

    ¡Estoy emocionado de ver mi crecimiento continuo, tan fuerte, tan poderoso, que puedo volar con águilas! Mi confianza para hablar, compartir y valorarme ha crecido más de lo que podría haber imaginado. ¡Mi corazón está lleno de amor y alegría! Fueron días en mi vida, me miraba al espejo y lloraba… ¡hoy puedo cantar, sonreír y sentir mi corazón desbordarse! No puedo decir lo suficiente sobre los avances que he recibido. ¡Muchas gracias, Regina, por brindarme un corazón y una mente restaurados! ¡Que Dios así lo desee para mí, para disfrutar de mi vida!